miércoles, 7 de marzo de 2012

Día 4.-

Creo que es la 3ra vez que intento escribir esta entrada. Estoy acostada, ya es de madrugada, y aunque este demasiado cansada, debo publicar esto. 


Ayer fue mi último primer día de clases, y me ha dado una nostalgia tremenda.


Hace unos meses (aproximadamente en Julio) en Santiago se desato una de las protestas con mayor repercusión  a nivel estudiantil. Siete meses enteros donde los alumnos se tomaron sus respectivos colegios y detuvieron las clases, protestando, marchando por el centro de la cuidad.
Me inscribí en un programa de la municipalidad, y por lo tanto, con muchas compañeras que se negaban a perder el año, pasamos de curso.
 Pero en medio de todo eso, fue cuando me peleé con mi mejor amiga. 
Fue por una estupidez, la verdad. Se enojo conmigo por uno de los trabajos grupales que teníamos que hacer, donde yo también salí perjudicada, a igual que ella. Dejo de hablarme. Me ignoraba completamente aunque sabia que no había sido mi culpa. Su puto orgullo la devoraba por dentro y poco a poco se alejo cada vez más de mi.
Intente arreglarlo de todas las maneras posibles. 
Dijo que yo había cambiado, que ya no la quería. Que no la visitaba a su curso, que la había dejado por nuevas amigas. Que todo había sido mi culpa. 
Es injusto. 
Siempre la he querido. La iba a ver, y muchas veces me quedaba esperando en su salón, porque ella había salido con sus nuevas amigas. 
Sí. Obtuve nuevas amigas. ¿Acaso es malo tenerlas? 
Quizá hable mucho de mi nueva amiga con ella. Quizá no debería haberlo hecho. Pero ahora que lo pienso fríamente, prefiero mil veces estar con mi novia a aguantar los caprichos de una niñata celosa y egoísta.
Yo me alegraba de que ella consiguiera amigas nuevas, un grupo genial y divertido.


De verdad lo hacía.


...


Hoy, este Marzo, la he vuelto a encontrar en mi curso. Habíamos hablado de nuestro problema, y quedamos en que no pasaría otra vez.


Pero fue horrible.
No estoy triste, ni deprimida.
Pero duele mucho ver que esa persona que era casi de tu familia, tu hermana, te mire directamente y te ignore cuando vas a saludarla. Duele.
Duele saber que mi mejor amiga ni siquiera piense en mi.


Aunque...
Si seguir siendo su amiga significase estar siempre solo para ella, sin mis otras compañeras, sin mi novia, le diría claramente:


Sayonara Tomodachi. 


0:30 am.

sábado, 3 de marzo de 2012

Día 3.-

Es temprano. Estoy bajo las sabanas, esperando a que mi mamá venga y me despierte, porque yo no quiero hacerlo. Me he puesto un pijama bastante suelto, sin embargo cubre lo suficiente a aquellas pequeñas cicatrices que aún quedan en mis muslos.
Me he despertado otra vez con una pesadilla, llorando. He llorado la muere de una amiga inexistente, imaginaria, pero aún así como si la conociera de toda la vida.
Al menos no desperté rasguñandome, eso ya es bastante positivo.


Pero me consume la idea de querer sentir otra vez el dolor de la piel.


Es una enfermedad horrible.


Cuando te crees recuperada, es cuando más fuerza toma.


Año 2008. 8vo básico.
Comence a tener problemas con mi personalidad desde antes, pero este año,fue cuando más destructiva me volvi. De a poco empece a evitar a mis padres, a alejarme de mis amigas, a encerrarme en mi misma.
Habia una chica.
Nos conocimos durante las vacaciones de invierno,y comence a adorarla rapidamente. La idolatraba. Queria ser su amiga, queria ayudarla, queria reir con ella.
Me convertí en aquello que ella más necesitaba, y ella se convirtio en mi única vía de escape. Gritabamos juntas hablando de My Chemical Romance, nos escribiamos cosas, cantabamos, saliamos juntas, eramos inseparables.
Le conte miles de cosas que a nadie le habia dicho y ella desperto aún más la oscuridad que guardaba en mi corazón.
Cuando se dio cuenta de que tenia los brazos llenos de cortes  profundos, fue la primera en intentar ayudarme. A veces me retaba, y eso me daba mucha risa. Ella trataba de escucharme y tratar de alentarme. Pero yo estaba consumida.
Guardaba conmigo, en un pequeño frasco de vidrio, pedazos de cristal, chapitas, hojas de afeitar, agujas y trozos de corta cartón. Tambien siempre llevaba conmigo algodon y alcohol. Me escondía y volvía a abrir las heridas, para sentir más dolor fisico que nunca. ¡El dolor del cuerpo tenia que ser mayor al dolor sicologico que cargaba en mi memoria! Estaba obsesionada con el dolor, debía sentirlo para sentirme mejor.
¡Loca! ¡Loca! ¡Loca!
Era impresionante darme cuenta de que lo único que queria era estar sola, escuchando música, viendo el techo.
Lloraba a escondidas, y mordia las sábanas para que nadie me escuchara.
Tenia lleno de cortes el cuerpo, ahí donde nadie podía verlos, en las muñecas, escondidos entre pulseras, los muslos, ocultos por los pantalones, y la cadera, cubierta por la ropa interior.
Me estaba muriendo de dolor y todo empeoró aún mas cuando mi abuelito murió. Murió una mañana, cuando yo estaba en clases, sin que yo pudiera despedirme siquiera de él. Lo había visto la noche anterior, y al otro día...lo vi en el Servicio Medico Legal.
No recuerdo bien cuantos kilos baje ese mes. Tampoco que fue lo que dije ni cuanto llore.
Solo tengo en mi mente un leve instante de lucidez, en el que dije "Me quiero ir a la casa, mamá. Me quiero ir,  no quiero verlo muerto." Aunque en realidad, lo único que pensaba era en ir a la casa para quedarme sola y enterrarme un cuchillo.
Dos noches enteras llorando entre sueños, ojos hinchados, ropa negra y sonrisas por el suelo.


Él había muerto.
Y yo me había ido con él.
Y así se fue otro año más.
12:01 am.

jueves, 1 de marzo de 2012

Día 2.-

Mi mamá acaba de salir al médico con mi hermana pequeña, a la que le descubrieron que tenía Rotavirus. Así que ahora, estoy sola otra vez y dispuesta a seguir con esto.
Desde hace muchos años, hay algo que jamás le he contado a nadie, salvo mi mamá.
Aún me espanta de solo pensarlo, me da asco, escalofríos, por eso, decidí "olvidarle". 


Cuando tenia unos 4, 5 años, vino una vez un tío mío (primo de mi mamá) a quedarse a mi casa en Santiago. No tengo muchos recuerdos de esos días, ni tampoco cuando comenzó todo, pero si recuerdo que me tocaba.
Cuando mi mamá salia, me amenazaba con cualquier cosa, y me tocaba el cuerpo...todo. Incluso me obligaba a tocarlo a él. 
No recuerdo cuanto aguanté.
Hasta que un día, en el consultorio, le dije a mi mamá llorando "¡Mi tío me toca, mamá!".
Desde ahí, todo mal. A mi mamá casi se le fue el alma, porque yo nunca mentía, y que le dijeran que su primo  me estaba haciendo esas asquerosidades...
Termino echándolo de la casa, sin embargo, jamás le contó a nadie. No le dijo ni a mi papá, a nadie. Si mi papá se hubiese enterado no hablaría de él tan bien como lo hace ahora, cosa que me carcome por dentro cuando lo hace. Me da rabia.
Era un cerdo. ¡Era una niña! 
Odio esa incapacidad de mi mamá de defenderme, para ella siempre hay otras personas antes que yo. 
¿Por qué? Soy su hija. 
Desde ese día no lo he vuelto a ver y se me revuelve el estomago de solo pensarlo. No quiero tener nada que ver con un cerdo así, menos ahora, que estoy mayor.
Si lo veo alguna vez, estoy segura de que no aguantaría y lo golpearía por todo lo que hizo. Lo mataría.
Y por culpa de ese imbécil jamás me he dejado tocar mucho por los hombres. Cada vez que me toman de la cintura, es como si estuviesen invadiéndome. 
Hay muy pocos chicos a los que he dejado que se acerquen a mí, bien.


Y aunque he tenido novios, jamás he tenido sexo. He tenido novias, y nada de sexo, solo...tocaciones, por llamarlo de una manera.
Así que puedo decir con tranquilidad que soy una pequeña virgencita loca.
Bien loca.


Ahora lo único que me queda es seguir enterrando esto en mis memorias, y seguir con mi vida.
Alguien tiene que hacer el aseo de la casa...ah, estoy sola.
Por último. Creo que si hay algo que me ha enseñado mi vida, y que la mayoría de la gente no entiende, es que "ya no confío ni en mis propios dientes porque pueden morderme la lengua". 
He de ahí mismo también, el inicio de todos mis problemas.
11:17 am.